Relatos emotivos, cuidadosamente construidos, que cumplen con dignidad su objetivo de presentar de modo resumido los hechos históricos que reflejan.
Huida al Canadá es como una versión simplificada de La cabaña del tío Tom [1], que si es más fácil para los parámetros mentales de los lectores actuales, no parece reflejar con toda veracidad la mentalidad de la época, tal como lo hacía la obra de Beecher STOWE [2], que mostraba la realidad de que muchas personas ayudaban entonces a los negros a huir por un sentido de justicia que nacía de una piedad paternalista.
Al hilo de los sucesos que viven el adolescente Peter Neufeld y su hermana pequeña Katia, Nubes negras explica brevemente la historia de los menonitas y los acontecimientos que originan su emigración. Fundados en 1505, fueron expulsados y huyeron poco después de Suiza y Holanda hacia Prusia; invitados por Catalina II a instalarse en las estepas ucranianas en 1805 con la condición de no atraer hacia su religión a los ortodoxos. Cuando estalla la revolución rusa son unas cientoveintinco mil personas que viven en unas cuatrocientas aldeas. Por no haberse mezclado con la población rusa y haber mantenido el alemán como su lengua, tienen poca capacidad de reacción ante los acontecimientos que ocurren en su entorno y, además, son vistos como espías durante la primera Guerra Mundial. El relato explica esto con claridad, y mete al lector en los temores y angustias de los Neufeld, y en su entusiasmo esperanzado cuando finalmente se marchan y llegan al nuevo mundo.