Primera novela de una trilogía sobre la familia Logan. Es una gran narración, con un argumento construido con cuidado y personajes bien caracterizados. Es sobresaliente la forma en que se plantea la vida familiar de los Logan, en medio de los agudos conflictos provocados por el odio racista y las dificultades económicas, y el aprendizaje y maduración de una protagonista sensata e inteligente.
La narradora consigue involucrar al lector y hacerle sentir y sufrir con ella. Aunque todo su relato es tenso, tal vez para el lector o la lectora más jóvenes es un episodio crucial el de la sumisión que Cassie finge hacia una niña blanca repelente, llamada Lillian Jean, hasta conseguir su confianza completa y que le cuente todos sus secretos, y, a partir de ahí, obtener una revancha memorable. Todo el contexto contribuye a presentar ese comportamiento vengativo como más que justificado y, al fin, beneficioso; quien tenga el pensamiento de rechazarlo, sin más, ha de tener en cuenta las circunstancias en las que ocurre, no sólo las más generales de tipo social, sino también las propias de algunos comportamientos de abuso que se dan entre niños en la escuela, mayores aún cuando no hay autoridad o cuando la autoridad es injusta.
Tanto esa situación como las demás que se narran conducen a un fuerte subrayado de algunas tesis de fondo: la necesidad de un fuerte apoyo y afecto de los padres para que los hijos no crezcan resentidos; la familia como único refugio frente a los poderosos injustos; la importancia de llegar a poseer una parcela de tierra para tener un mínimo de libertad; la valentía y generosidad a la hora de apoyarse unos a otros aunque al hacerlo peligre su seguridad e incluso sus vidas.