El autor, deudor a la vez de la tradición de ilustradores británicos y del expresionismo alemán, emplea con frecuencia un grafismo sucio, apropiado para sus mensajes irónicos y algo ácidos sobre la condición humana.
Esto se observa en El puente, donde usa unas ilustraciones en ceras que se resienten de la baja calidad de impresión de un álbum antiguo, y donde la composición de los textos tampoco es la mejor; sin embargo tanto la historia como las ilustraciones en sí mismas tienen fuerza y quedan en la memoria.
En ¡Osito! ¿Dónde estás?, el narrador es el abuelo a quien acuden sus nietas y tanto su texto, como su comportamiento caótico, como su relato con un desenlace llamémosle surrealista, encierran a la vez una crítica del consumismo y un elogio del juguete tradicional, más personal y con el que, por tanto, se pueden establecer lazos afectivos.
Otros libros: es autor de las ilustraciones para ediciones de La isla del tesoro [1], Rebelión en la granja [2].