Relato eficacísimo para prelectores, y no porque sea de los que les dan una lección sin que se den cuenta, sino porque la historia es animada y las ilustraciones están bien compuestas, a base de unos expresivos dibujos tipo muñecos en los que predominan el verde y el amarillo. El paisaje urbano no es el mismo hoy que cuando se publicó el álbum, pues pocos niños norteamericanos se mancharán hoy con carbón en la calle, pero el relato funciona igual.
A quien disfrute con el libro y el personaje le gustarán también sus tres secuelas: No roses for Harry (1958), Harry and the Lady Next Door (1960), y Harry by the Sea (1965). Los argumentos tienen menos gancho pero, en cualquier caso, son simpáticos.