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BÉCQUER, Gustavo Adolfo

Las obras de Bécquer en prosa y en verso, diseminadas en periódicos y revistas, las publicaron sus amigos en 1871, reunidas en dos volúmenes. Desde entonces, Bécquer suele ser recordado por sus Rimas, lo mejor del Romanticismo español para unos; avanzadilla del Simbolismo para otros. Pero sus Leyendas, influidas por autores como E.T.A. HOFFMANN [1] y escritas pocos años después que los relatos de POE [2], no son menos dignas de atención que sus poemas. En conjunto, son todo un derroche de imaginación, que convierte muchas escenas en auténticos poemas en prosa. Es el caso de muchos fragmentos de El caudillo de las manos rojas, de la transformación de las corzas en ninfas en La corza blanca, del coro macabro de los monjes en El miserere o todo el diálogo de Las hojas secas.

Un paralelismo entre Bécquer y Galdós

Según Amado Alonso, en el siglo XIX sólo hay dos grandes aportaciones españolas a la literatura de talla universal: Gustavo Adolfo Bécquer y Benito Pérez Galdós [3], «cuyos genios hallaron cumplimiento por los caminos más opuestos. Bécquer —un lamento en suspiro menor— llegó a lo universal humano reduciéndose a su última intimidad, encogiéndose —caracol el más sensible— y metiéndose dentro de sí mismo, en su pura vida individual. Galdós, por el contrario, está siempre zambullido en la vida social y colectiva, vertido en las vidas de los demás, y en esa vida especial que resulta de lo que tenemos que hacer entre todos: de las grandezas y miserias de la convivencia. Para Bécquer, la única forma posible de expresión será, por eso, el poema lírico, el canto en soledad; para Galdós, el ruido tumultuario de la novela y de la escena».

«Al genio de Bécquer le bastaron para lograrse unos cuantos poemitas ingrávidos, construcciones de bruma en maravilloso equilibrio, hechas con un delicado anhelo de felicidad en su raíz desengañado, expresadas apenas con un ademán del alma, una lágrima, un meneo de cabeza, un susurro; su mundo poético es el mundo mortaja en que se envuelve el gusano de seda, urdido con hebras impalpables sacadas exclusivamente de su mundo interior. El genio de Galdós, por el contrario, le hacía llamar en todas las puertas, meter sus manos en las conciencias ajenas como en el saco de las sorpresas, y hurgar en ellas buscando la verdadera palanca de las motivaciones, disimulada entre miles de palancas falsas».

Bibliografía:
Amado Alonso. «Lo español y lo universal en la obra de Galdós», Materia y forma en poesía (1955). Madrid: Gredos, 1986, 3ª reimpr.; 402 pp.; col. Biblioteca Románica Hispánica, Estudios y Ensayos; ISBN: 84-249-0138-X.