Ilustradora meticulosa y versátil, antes de Noche de tormenta Lemieux había publicado álbumes donde había ensayado diferentes estilos y técnicas pictóricas buscando los más apropiados al tema que abordaba. Su capacidad de afrontar nuevos retos se manifiesta de nuevo en este riquísimo álbum estructurado en bloques que se inician con una escena exterior de tormenta, que ocupa la doble página, sigue con una pregunta que va en la página izquierda y un dibujo de la niña meditándola en su cama o en su habitación que figura en la derecha, y continúa luego con varias dobles páginas más donde hay respuestas posibles a esa pregunta también en la página izquierda e ilustraciones en la derecha. Éstas son, por un lado, dibujos de línea, muy económicos pero expresivos y eficaces, para mostrar a Sofía preguntándose cosas; y, por otro, dibujos con distintas influencias y frecuentes cambios de registro —colages, tampones, grabados…— para mostrar las respuestas o pensamientos que se le ocurren. La composición es excelente y conduce paso a paso al lector por los pensamientos de la niña, casi todo el repertorio de interrogantes e inquietudes posibles en cualquier paisaje mental, desde los más personales a los más cósmicos. Cualquier lector podrá reflexionar por su cuenta, o llevar a los jóvenes a que lo hagan, tomando como punto de partida las preguntas que se formulan. La autora no intenta ofrecer respuestas concluyentes sino «quizás» de muy distinta clase.