- Bienvenidos a la fiesta - https://bienvenidosalafiesta.com -

AGUIRRE BELLVER, Joaquín

El lenguaje del autor es sencillo y claro, idóneo para narrar las andanzas de los protagonistas por ciudades y pueblos llenos de historia, aunque al comienzo de El bordón y la estrella confiese que, en esos relatos, «historia y geografía han sido maltratadas». Ambas han salido mejor paradas en El juglar del Cid, en cuyo prólogo Aguirre Bellver anuncia que ha procurado «llenar con la imaginación un espacio de realidad vacío», y dejar en su narración una «pátina levísima del habla de otro tiempo», darle un «aroma de época». Y, en efecto, consigue un estilo sobrio que, a semejanza del Poema del Cid original, no exagera nunca ni el dolor ni la alegría. Esta es una de las raíces de la sensibilidad castellana y uno de los rasgos del héroe nacional que fue Rodrigo Díaz de Vivar (1043-1099), más conocido como El Cid, nombre que procede de «mio Cid», «esto es, “mi Señor”, expresión medio castellana, medio mora, con que el héroe era designado familiarmente por sus vasallos en las fronteras», según dice Menéndez Pidal.

Cuando coinciden realidad y ficción

El juglar del Cid puede ser una primera aproximación, para chicos muy jóvenes, al Poema del Cid, escrito hacia 1100 y refundido hacia 1140, la primera obra maestra de la literatura española, de gran influjo posterior, dentro y fuera de España. «Como ninguno de los protagonistas de la epopeya griega, germánica o francesa —dice Menéndez Pidal—, el Cid recibe, sobre la luz intuitiva de la poesía, toda la claridad intelectiva de la Historia, y por él, España, entre los pueblos de epopeya, ofrece interés único, pues nos permite observar una coincidencia entre realidad y ficción, tanto en profundas esencias como en menudos pormenores, muchísimo mayor de lo que puede esperarse dentro de las teorías modernas de la poesía épica, mirada como género que poetiza tardíamente hechos leídos en alguna historia». Además, sigue Menéndez Pidal, «en el Poema del Mio Cid, los fundamentos que el autor busca para la acción épica, esto es, la envidia que persigue al héroe, el destierro, la lealtad inalterable del vasallo, su fortuna invencible, su desmesurada ambición reconquistadora, […] etc., todos resultan exactamente comprobados por la historia latina o musulmana». Y, quien desee ampliar conocimientos, puede acudir a la monumental biografía del historiador gallego titulada La España del Cid; tomos VI y VII de sus Obras completas; Madrid: Espasa, 1969, 7ª ed., 1021 pp.