Breve cuento, bien estructurado, contado en tercera persona pero desde dentro de Sylvia, cuya lucha interior se describe magistralmente. Como el cazador es joven y amable, Sylvia duda: «cuando el gran mundo por primera vez le tiende la mano, ¿debe rechazarlo por un pájaro?». Y, aunque Sylvia sabe que «no puede contar el secreto de la garza y entregar su vida», la duda seguirá estando presente siempre: «¿eran los pájaros mejores amigos de lo que hubiera sido su cazador?». Es un gran ejemplo de relato cuyo núcleo es un momento en el que se produce una transformación interior, inadvertida desde fuera pero vitalmente decisiva.
Otro libro: La tierra de los abetos puntiagudos [1].