Con un lenguaje sencillo, construido con repeticiones y frases cortas que comienzan igual, el libro de Korczak es un caudal de información acerca del funcionamiento de un país. A lo largo del relato, el autor señala en qué valores cree que hay que formar a los chicos: la amistad, el sentimiento nacional, el antiracismo… Expone sus ideas pedagógicas sobre la conveniencia de que los niños tengan unos años de maduración protegidos del mundo de los adultos, de que puedan disponer de periódicos propios… Indica cuál cree que es el camino para cambiar la sociedad, a través de los consejos del rey triste a Matías: «Hemos hecho mal empezando siempre a hacer reformas para los mayores, comienza tú por los niños, a lo mejor te resulta»… Que precisamente sea el rey triste y desencantado el consejero sabio y sensato de Matías, revela la poca confianza de Korczak en poder llegar a conseguir un verdadero cambio.
Matías, que deseaba muchísimo ser un buen rey, aprende lecciones de muy distinta clase: que «en el ejército no se debe razonar sino cumplir las órdenes inmediatamente»; que «en la guerra uno puede caer herido, pero no enfermo»; que «a los héroes verdaderos se los reconoce no sólo en la victoria sino también en la derrota»; que «la diplomacia es mentir de tal forma que el enemigo no se entere de nada»… Y, en medio de todo lo que sucede, reflexiona: «Qué extraño es el mundo. Unos son demasiado educados y otros demasiado poco. ¿Cómo se podría equilibrar?»… El final no es complaciente, ni con el pobre Matías ni con el lector.
Un libro de memorias del autor es Diario del gueto y otros escritos [1].