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TURGUENEV, Iván

En este, como en los demás relatos de Turguenev, los personajes tienen consistencia, el estilo es claro y poético, el ritmo es lento pero tiene el don de captar el instante, y el realismo no impide la sutileza ni la elegancia en el modo de contar las cosas. También, como en sus otras obras, refleja con exactitud y perspicacia el ambiente de su tierra y de su época, en este caso las injusticias que generaba la institución de la servidumbre. Sus descripciones inciden en esas situaciones, por ejemplo, al mencionar a los campesinos que montaban «derrengadas cabalgaduras, vestidos de harapos, como mendigos».

En su momento, Padres e hijos atrajo gran atención por anticiparse al movimiento revolucionario ruso en su presentación del nihilista Bazarov. Hubo quienes la leyeron como un mensaje político en clave; otros se alarmaron porque decía que con ella se difundían ideas perniciosas; no faltaron quienes calificaron ya entonces a Bazarov de personaje ridículo pues, a fin de cuentas, algunas de sus ideas y planteamientos eran desmentidas en la novela por la propia vida. Leída hoy, este aspecto de la novela sigue siendo interesante: el lector percibe con claridad lo mucho que hay de inmadurez en la pose del nihilista revolucionario y acaba viendo qué inútil y absurda es su rebelión contra la condición mortal del ser humano.

De todas formas, quizá lo más perdurable y valioso es lo bien que pinta el autor ruso las relaciones entre padres e hijos. Es un prodigio de agudeza cómo muestra el choque de los deseos renovadores y las audacias de los hijos contra el inmovilismo y los temores de sus mayores, a quienes ridiculizan y acusan de ser los responsables del retraso de su generación, y cómo en poco tiempo los jóvenes rebeldes se convierten en burgueses acomodados. Y cómo, en pocos trazos, revela cómo el amor posesivo de los padres es, sin embargo, incapaz de retener a los hijos: «Un hijo es como una rama desgajada. Es como un águila: si quiere, viene, y si quiere, se va. En cambio, tú y yo somos inseparables, como dos setas en el mismo tallo», dice la madre de Basárov a su marido, cuando éste se queja de que a su hijo no le gusta estar con ellos.

Otro libro: Del álbum de un cazador [1].