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WOHL, Louis de

Wohl escribe con ritmo vivo y un estilo llano, cuida la reconstrucción ambiental y tiene inusual facilidad para engarzar las ideas de fondo en diálogos rápidos. Su propósito es conseguir un hilo argumental aventurero, que a la vez que atrape al lector le proporcione conocimientos históricos.

El último cruzado es una historia de «formación» del joven Juan de Austria. Entre las distintas influencias que recibe de los distintos ambientes por los que pasa, tendrán particular importancia tanto el afecto y los consejos de sus tutores, como las conversaciones con Fray Juan de Calahorra. Wohl relata con calor su aprendizaje para la guerra, sin dejar de descender a los pormenores menos vistosos: «Quién me iba a decir a mí que el principal trabajo de la guerra es pelear con los papeles», dirá un desalentado Juan de Austria. Adorna sucedidos que ilustran sus condiciones de mando y de gobierno: «Es educado en toda ocasión —comenta un subordinado—. Nunca dice: “Tú, bastardo, descendiente de monos, te vas a pudrir en el calabozo durante una semana”; sino que dice “Lamento que os hayáis portado tan mal, iréis al calabozo un mes”». Y subraya su lealtad y devoción hacia el Emperador, Carlos V, o, después, hacia Felipe II; incluso ante sus temores y susceptibilidades, Juan de Austria tendrá claro que «un general cristiano sabía permanecer fiel ante una injusticia regia».

En opinión del traductor de muchas de sus obras, la mejor de las novelas de Wohl quizá sea Ciudadelas de Dios, que transmite el desasosiego de un mundo en transición y recrea jugosos sucesos de la vida de Casiodoro y Boecio. En siglos turbulentos, dice Wohl en el epílogo, San Benito y sus monjes cubrieron Europa de monasterios, «ciudadelas de Dios, […] salvaguardando la antigua cultura grecorromana, base de la civilización Occidental y convirtiendo a los pueblos bárbaros a la Fe de Jesucristo. Todos los pueblos de Europa tienen con ellos una deuda de gratitud que nunca podrá ser debidamente retribuida».

Las otras dos novelas mencionadas, La luz apacible: novela sobre Santo Tomás de Aquino y su tiempo, y El Oriente en llamas: biografía novelada de San Francisco Javier, son también relatos amenos y eficaces del autor con santos al fondo. El primero es más fácil de seguir, pues lo que tiene de ficción, la vida de sir Piers Rudde, combina bien con las escenas conocidas de la vida de santo Tomás y resultan atractivos los diálogos en los que se da cuenta de su forma ordenada y convincente de razonar. El segundo cumple bien su función de introducir al personaje pero es más arduo: aunque abundan mucho los intercambios dialécticos entre unos y otros, y tanto con ellos como con sus acciones queda clara la personalidad arrolladora del biografiado, son demasiados los personajes que aparecen y los incidentes que le ocurren, entre los que no faltan intrigas políticas y cortesanas en las que se ve involucrado.