En sus novelas, Werfel es conciso, irónico, hábil para la penetración psicológica y el análisis social. En La canción de Bernadette pone estas cualidades al servicio de una historia conmovedora, por la fidelidad sin quiebra y el carácter sincero y sencillo de su protagonista. Werfel respeta la verdad histórica de lo que narra y emplea su agudeza para mostrar el clima escéptico que rodea a Bernadette. En el prólogo explica que, cuando pasó por Lourdes en junio de 1940 huyendo de los nazis, hizo la promesa de redactar esta historia: «He osado escribir La canción de Bernadette no siendo católico sino judío. El valor para llevar a cabo esta empresa me lo ha dado una promesa mucho más antigua e inconsciente. Ya en los tiempos en los que escribía mis primeros versos, me juré que magnificaría siempre y en todas partes, en mis escritos, el misterio divino y la santidad humana, sin hacer caso de la época, que se mantiene alejada, con burla e indiferencia de los valores esenciales de la vida». Además, en pleno ascenso del nazismo, Werfel tiene interés en subrayar cómo Dios puede confundir a los poderosos y hacer triunfar a los humildes.
Otro libro: Los cuarenta días del Musa Dagh [1].