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COLLINS, Suzanne

Primera y segunda entregas de cinco, según se anuncia. Son narraciones armadas como puzzles, bien estructuradas y llevadas a buen paso, con descripciones eficaces que cuentan con que a estas alturas a nadie le sorprenden seres y lugares tan raros. Los distintos protagonistas están bien definidos, en parte debido a que los diálogos están confeccionados con cambios de registro y de tono según quien hable, en parte porque abundan los choques de caracteres entre los numerosos personajes que van apareciendo. Es un detalle original que los escarabajos se nos presenten como leales y valientes, aunque no brillen por su inteligencia, y hay algunos personajes realmente conseguidos, como la gran rata Ripred y la pequeña Twitchip, con un olfato tan poderoso que hasta percibe los colores. También está logrado el artificio de presentar al principio de cada trama el texto de la profecía, que da claves equívocas tanto a los protagonistas como al lector.

De todas formas, la confección es muy artificiosa y el lector tiene la impresión de que todo es como un ejercicio imaginativo, montado con gran oficio, sí, pero vacío. Así, los préstamos de otras obras son continuos, empezando porque George se cae, igual que Alicia, por un agujero hacia un mundo subterráneo, y siguiendo por lo familiar que resulta que una «compañía» deba viajar por túneles oscuros donde se producen espeluznantes encuentros con arañas. También, aunque la personalidad de Gregor es atractiva, es asombrosamente sereno y reflexivo para sus once años, y su hermanita Boots, que todavía no habla con claridad, tiene un comportamiento de lo más maduro para su edad. Por supuesto, abundan las peleas espectaculares que son extraordinariamente aburridas por escrito, aunque puedan resultar brillantes si se filman, y no faltan escenas de salvamentos cruciales en el último momento.

Eso sí, para los tiempos que corren y para la sociedad en la que vivimos, es una reflexión moral de gran calado la que formula Gregor al final de la segunda entrega cuando le preguntan por qué no mató a una cría de rata: porque es «el peor acto de maldad que existe. O sea, quiero decir, si eres capaz de matar un bebé, ¿de qué no serás capaz ya entonces?».

Otros libros: Los juegos del hambre [1]y [1] En llamas [1]. La primera también se comenta en el artículo Novelas inquietantes o sociedad inquietante [2].