Relato bien escrito que habla, con sentido, del amor y de la amistad, y que trae a colación oportunamente muchos textos poéticos de calidad que revelan los distintos sentimientos en torno al amor. A diferencia de otras novelas escritas en primera persona, en esta se acaba justificando el porqué un chico joven redacta tan bien. El argumento no tiene derivas superfluas pues también atraen algunos tramos que pueden saltarse, según anuncia el mismo narrador, cuya voz y expresiones son las propias de la edad, pero sin innecesarias concesiones al mal gusto. La novela cumple de modo natural el fin instructivo con el que ha sido escrita pero, además, al final, se incluye un apéndice donde se definen y se dan ejemplos de las muchas figuras retóricas que aparecen en ella. Así, para ejemplificar el retruécano se menciona un comentario del narrador que, cuando da su opinión de que los animales son perfectos, la justifica señalando que «son lo que parecen, y no como muchas personas que parecen lo que no son».