Sigo con C. S. Lewis: he actualizado las entradas de Mientras no tengamos rostro, Los cuatro amores y Los milagros.
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En su momento hice un comentario al primer volumen de una biografía sobre Cervantes: La juventud de Cervantes, de José Manuel Lucía Megías. Añado ahora, a la sección y a la categoría de Biografías de escritores, un comentario que preparé tiempo después, a ese libro y a otras biografías sobre Cervantes, de las que quiero destacar en especial el segundo y el tercer volumen de aquella biografía: La madurez de Cervantes. Una vida en la corte y La plenitud de Cervantes. Una vida de papel. Desde entonces son muchas las veces en las que he recomendado esos tres libros.
En el pasado hablé ya de dos biografías sobre John Henry Newman: la de Ian Ker y la de C. S. Dessain. He leído hace poco San John Henry Newman. Ensayo biográfico, de Víctor García Ruiz, la que más me ha gustado: por estar muy bien escrita, porque tiene todas las explicaciones necesarias para orientarse bien en el mundo de Oxford primero y en el de, digamos, las peculiaridades del mundo victoriano inglés, y porque deja muy claro el gran atractivo del personaje, del que puede dar una ligera idea una pincelada tomada de uno de los obituarios que le dedicó la prensa de la época: «Newman jamás perdió un amigo pudiendo evitarlo». En esta reseña se dan más explicaciones sobre el libro de García Ruiz.
Uno de los motivos por los que Newman tiene tantos admiradores es la limpieza de su escritura, un asunto que le costaba mucho esfuerzo: en una carta decía que «su único objetivo al escribir era “expresar con claridad y exactitud lo que quiero decir” y que, para lograrlo, tenía que corregir y corregir una y otra vez porque después de 30 años «no mejoro nada con la práctica» y a la mañana siguiente ni él mismo entendía lo que había escrito el día anterior».
Muriel Spark tuvo como lectura de cabecera, en los años cincuenta, los ocho volúmenes de Sermones de Newman. En un prólogo que puso a una selección de ellos, en 1964, decía: «Estoy segura de que nada han perdido en los ciento veinte años que han pasado; más bien han ganado. Porque si algo se puede decir de los escritos de Newman es que tienen una voz (…) que nunca deja de aguijonear, radioactiva desde la página, por muy mohoso que esté el libro». En otro momento decía: «Me hice católica leyendo a Newman. Ni los mártires de la Cristiandad con su cabeza cortada, ni las monjas en éxtasis por toda Europa, ni las cinco vías de Santo Tomás ni los folletos de mis amigos católicos daban las respuestas que daba Newman».
El modo de razonar de Newman, continúa el biógrafo, «es tan puro y tan simple que resulta formalmente revolucionario. No persigue demostraciones exhaustivas o (…) argumentaciones racionales (…), sino que va como empujando al oyente y nunca sabe uno por dónde va a salir el predicador. (…) Su único secreto consistía en la sencillez de pensamiento y de expresión, una sencillez peligrosa para el oyente porque llevaba aparejada lo radical del Evangelio. “He was as sincere as light”, sincero como la luz, resume Spark».
Víctor García Ruiz. San John Henry Newman. Ensayo biográfico (2020). Madrid: San Pablo, 2020; 472 pp.; ISBN: 978-84-285-5870-9. [Vista del libro en amazon.es]