53 – Relatos sobre niños y jóvenes en varias guerras del siglo XX.

 

RELATOS SOBRE NIÑOS Y JÓVENES EN VARIAS GUERRAS DEL SIGLO XX

Después de la selección de novelas sobre chicos y chicas durante la segunda Guerra Mundial, pongo ahora otra relación de novelas y relatos autobiográficos situados en otras guerras del siglo XX: la primera Guerra Mundial, las guerras mexicanas, la Guerra Civil española, guerras en África. Varios de los libros citados cabe calificarlos de juveniles, puesto que sus protagonistas son jóvenes, aunque no se suelan incluir en relaciones de LIJ. A la vez, es cierto que algunos requieren tener la disposición de adquirir la visión de conjunto que hace falta para acercarse a determinados acontecimientos. Intentaré ampliar esta relación, en el futuro, con relatos de otros lugares en conflicto.

1929. Sin novedad en el frente, Erich Maria Remarque. Primera Guerra Mundial, un grupo de chicos que pasan del último curso del colegio a combatir en el frente. La narración no habla de ninguna batalla determinada ni menciona lugares definidos, y simplemente presenta la perspectiva de un soldado de 21 años, que cuenta escenas de camaradería y de guerra y cómo a su alrededor van cayendo compañeros. Destacan la claridad narrativa y la inteligente construcción al servicio de un alegato contra los educadores hipócritas que tuvieron el narrador y sus amigos. Novela que fue un éxito en su momento porque recogió y a la vez creó un estado de opinión, y porque, con el tiempo, ha quedado como testimonio de una mentalidad y unas ideas.

1931. Cartucho, Nellie Campobello. Cortas escenas de la revolución mexicana vistos por los ojos de la niña que fue la autora. En su prólogo, Campobello manifiesta su intención reivindicativa de restablecer la verdad de lo que vivió. Cada capítulo se refiere a una persona, o a un pequeño suceso, aislado de los demás. La categoría literaria y los acentos poéticos hacen más impactantes algunas escenas crueles.

1937. A sangre y fuego, Manuel Chaves Nogales. Guerra civil española. Nueve intensos relatos protagonizados por gente de uno y otro bando, donde queda clara la sinrazón de muchas actuaciones y el sufrimiento de quienes desean seguir sus propias convicciones. En estos episodios se ven personajes que intentan comportarse con ecuanimidad y la dificultad de hacerlo cuando la violencia ha tomado el mando de la situación.

1941. Se llevaron el cañón para Bachimba, Rafael Felipe Muñoz. Revolución mexicana. En 1912, una brigada ocupa la casa donde vive Álvaro Abasolo quien, con trece años, se une a ellos. A través de sus ojos se narran episodios de la guerra que los sublevados libran con los federales durante tres meses. Cada capítulo, muy corto, tiene un título breve y cuenta un incidente o presenta un personaje. Se combinan lentas descripciones ambientales con ágiles narraciones de los combates, pero, sobre todo, se transmiten los sentimientos que agitan al protagonista: del entusiasmo inicial a la decepción.

1941. Los bienes de este mundo, Irene Némirovsky. Saint-Elme, ciudad del norte de Francia, en 1914. Pierre Hardelot está a punto de casarse con Simone, una rica heredera que su abuelo, propietario de una potente industria papelera, ha elegido para él. Pero Pierre se compromete con Agnès, una amiga de la infancia, de familia modesta, lo que le gana la enemistad permanente de su abuelo. Estalla la primera Guerra Mundial y Pierre se ha de incoporar a filas. También Simone se casa con Roland Burgères, un soldado a quien conoció durante los años de guerra. Después, a buen ritmo, en capítulos cortos, se cuentan la vida de las dos familias y los sucesos que marcan el crecimiento de los hijos, El marco social se pinta con pocas pero suficientes líneas. Los personajes resultan cercanos pues el narrador logra retratarles bien y transmitir con fuerza sus emociones.

1961. Rescoldo, Antonio Estrada. Novela de lectura difícil para muchos porque su lenguaje, de una gran sonoridad y belleza, mezcla modos de hablar indígenas y coloquiales. En 1934, cuando el gobierno mexicano incumplió los acuerdos posteriores a la primera guerra de los cristeros y comenzó a perseguir hasta la muerte a los cabecillas que habían sobrevivido, hubo quienes decidieron combatir de nuevo antes de ser capturados y ejecutados. Rescoldo narra la historia del coronel Florencio Estrada y su gente, que se llevó a su mujer e hijos pequeños con él para evitar que pudieran amenazarles a ellos. El autor del relato, y testigo presencial de muchos sucesos, es su hijo Antonio, entonces un niño.

1967. El otro árbol de Guernica, Luis de Castresana. Durante la guerra civil española, un grupo de chicos vascos es enviado a Francia primero y Bélgica después, a la espera de que la guerra termine. El narrador expone bien el dolor de la separación y la nostalgia de su familia, el miedo ante las noticias que le llegan y las dificultades de adaptación a otros ambientes. El tono ponderado y sin rencor con que se narran los hechos da más vigor aún al rechazo de la guerra, y hace más perdurable la novela.

1975. Sadako quiere vivir, Karl Bruckner. Novela que comienza el 20 de julio de 1945 cuando un avión de exploración norteamericano obtiene fotografías de Hiroshima. Luego se presentan escenas de la ciudad, cuando Shigeo Sasaki, de diez años, arrastra a su hermana Sadako, de 4 años, de un lugar a otro en busca de comida. Alternando con ellas, se muestran a los miembros de la tripulación del avión norteamericano; una reunión del cuartel general del ejército japonés; la base norteamericana de Tinian, donde aterriza aquél avión, y la llegada de hombres desconocidos y de una caja negra, rodeada de secreto. Después del lanzamiento de la bomba se habla de la familia Sasaki hasta que, en 1955, a Sadako se le descubren los efectos ocultos de la radiación. Dos buenos libros sobre la tragedia de Hiroshima y Nagasaki son Hiroshima (1946), de John Jersey, y Requiem por Nagasaki (1988), de Paul Glynn.

1982. Caballo de batalla, Michael Morpurgo. Joey, un caballo de granja de buena presencia, es el narrador. Al principio, como caballo de trabajo, le cuida un chico joven, Albert, con quien hace buenas migas. Luego es comprado por el ejército para ser montura de caballería. El capitán Nicholls, experto en caballos, se hace cargo de él. Más tarde lo llevan a Europa para participar en las últimas batallas de la primera Guerra Mundial donde intervinieron caballos. Novela eficaz: el autor consigue transmitir sentimientos de afecto a los caballos y de rechazo profundo a la guerra, y termina su relato de forma satisfactoria para la mayoría de los lectores.

1990. The Mzungu boy, Meja Mwangi. Novela que no es de guerra pero que se desarrola contra un fondo de violencia. Kenia, años 50, cuando los guerrilleros mau mau acosaban al gobierno y los nativos reclamaban la independencia del poder británico. En un pueblo dominado por un brutal terrateniente blanco, Bwana Ruin, su nieto Nigel, un mzungu, se hace amigo de Kariuki, un chico de doce años que es el narrador y protagonista y cuyo padre trabaja como cocinero de Bwana Ruin. Un día Kariuki se va con Nigel al bosque pero Nigel se pierde y Kariuki ha de volver solo al pueblo. La tensión política que actúa como telón de fondo de la novela cumple su función de catalizador de los acontecimientos: no hay ningún intento, por parte del autor, de insistir en la justicia o no de la lucha por la independencia.

1997. Celeste & Lálinha, José Cardoso Pires. En los años 80, en una barriada de refugiados de las colonias portuguesas, Celeste, una niña que vive con su madre y su abuela, tiene una muñeca negra traída de Angola, Lálinha, que no es aceptada por las personas que la rodean, una forma sorprendente de maldad humana. Narración en la que se mezclan la ternura, el desgarro, la ironía y el humor, en sucesivas escenas costumbristas.

2006. Un adolescente en la retaguardia, Plácido Gil. El autor tenía 15 años el 18 de julio de 1936 y era novicio en el Monasterio de El Pueyo, Barbastro. Tras el asesinato de todos los monjes, él trabajó como camarero entre milicianos, anarquistas y republicanos; después vivió con una familia que le acogió; finalmente regresó a su casa de Lumbier, Navarra, donde le creían muerto. El relato respira veracidad pues su autor no esconde la ignorancia que tenía entonces de las realidades del mundo en el que vivía. La bondad y la fe del narrador, así como la distancia de los hechos, le hacen mirarlo todo con altura infrecuente. Un libro sobre distintas personas honradas durante la guerra civil española es Algunos hombres buenos (2016), del historiador Octavio Ruiz-Manjón.

2008. Tú di que eres uno de ellos, Uwem Akpan. Cinco relatos que se caracterizan por tener niños en el centro de sus tramas y por ser de una enorme dureza: en este sentido desbordan con mucho lo habitual en la LIJ. El autor narra con claridad, con viveza en los diálogos y sobriedad en las descripciones ambientales. No es morboso cuando ha de contar los momentos más críticos y, al mismo tiempo, no intenta suavizar sus explosivas historias lo más mínimo. Tiene la voluntad de presentar situaciones vitales extremas, pero es cuidadoso para no echar las culpas a nadie de modo simplificado. No parece tampoco que pretenda obtener conclusiones sino, más bien, dar voz a los niños y dejar que hablen al lector los mismos hechos que cuenta y los finales sin anestesia en los que se acaba la infancia de sus protagonistas. Un relato testimonial que se puede alinear con los relatos anteriores es Sobrevivir para contarlo, una narración del genocidio de Ruanda contada por Immaculé Ilibagiza, una mujer tutsi que tenía 22 años cuando sucedió.

2014. El collar rojo, Jean-Christopher Rufin. Novela corta y medida que se desarrolla en verano de 1919 y tiene tres personajes principales: un héroe de guerra al que se acusa de una acción deshonrosa, un juez que desea averiguar los motivos y evitarle un castigo excesivo, y un perro que no deja de ladrar en las afueras de la prisión. Es un relato que interesa por la precisión con la que está construido, porque su trama tiene tensión, y porque tienen consistencia las observaciones que se terminan haciendo sobre la fidelidad y sobre un rasgo propiamente humano del que los animales carecen por completo: el orgullo.


3 febrero, 2018
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