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17 – Relatos para lectores de unos doce años.

RELATOS PARA LECTORES DE UNOS DOCE AÑOS

1836. La hija del capitán, Alexander Pushkin [1]. Rusia, siglo XVIII. Cuando reina Catalina II, estalla una rebelión de cosacos. María Ivanovna es la hija del capitán de un fuerte desasistido; Piotr Andréyevich, oficial en ese fuerte, deberá enfrentarse a numerosos peligros para salvarla. Novela histórica romántica exaltando la fidelidad y la valentía pero, contrariamente a su modelo Walter Scott, Pushkin lo hace con un estilo sobrio y directo, y dando prioridad al desarrollo rápido de la trama sobre la pintura de los personajes, a los que, sin embargo, dota de vigor con pocos trazos.

1923. Emily, la de Luna Nueva, Lucy Maud Montgomery [2]. Isla del Príncipe Eduardo, Canadá. Cuando su padre fallece, Emily tiene que irse a vivir a la Granja Luna Nueva con sus tías; ha de ir al colegio y aprender a convivir con distintos vecinos… Y todo va cambiando. Cuando el relato termina, tiene trece años. Relato con personajes notables, con muchas páginas escritas por la misma Emily —que van mejorando según avanza la novela— y que dan a conocer bien su mundo interior.

1937. El hobbit, J. R. R. Tolkien [3]. Bilbo Bolsón, un hobbit pacífico, se ve involucrado en la búsqueda del famoso tesoro de los enanos. Impulsado por el mago Gandalf emprende un viaje junto con una Compañía formada por trece enanos y termina luchando con ellos contra el dragón Smaug. En medio de su viaje se hace con un anillo que vuelve invisible a quien lo lleva. Bilbo es un héroe poco común —miedoso, sin ganas de problemas…— al que, sin embargo, se le propone una misión por encima de sus fuerzas y, llegado el momento, acaba por comportarse con un valor y una lealtad ejemplares.

1940. Sauce azul, Doris Gates [4]. California, finales de los años 20. Para Janey Larkin, doce años, el plato de sauce azul que conserva de su madre, a quien no recuerda, es un tesoro. Su padre trabaja en los campos de algodón y Janey sueña con que puedan vivir en un lugar estable. Con personajes bien caracterizados, un lenguaje preciso y a veces poético, el relato se centra en las dificultades de la familia Larkin a causa de una crisis social agravada en su caso por un explotador. La autora hace partícipe al lector de las emociones que brotan en Janey: su apego al plato azul de debe a los recuerdos y esperanzas que despierta en su interior.

1961. La leyenda del helecho rojo, Wilson Rawls [5]. Montañas Ozark, Oklahoma. Billy Colman, diez años, sueña con dos perros cazadores de mapaches que ha visto anunciados en una revista. Durante dos años ahorra para poder comprarlos. Los llama Viejo Dan y Pequeña Ann, los prepara y, más adelante, sale de caza con ellos. Poco a poco, la destreza y la tenacidad de Billy y sus perros ganan una enorme fama. Que todo lo cuente un narrador que recuerda su infancia comunica tensión: el lector sabe cuáles son los pensamientos de Billy y cómo van y vienen sus emociones.

1961. El saltamontes verde, Ana María Matute [6]. Un chico huérfano y mudo, que se ha ido encerrando en un mundo propio de fantasía, es ayudado a recobrar su voz por un saltamontes verde. Con lenguaje rico y musical, la autora habla de incomunicación, de amistad, de las palabras como vehículos del afecto y la verdad.

1962. Año de lobos, Willi Fährmann [7]. Polonia-Alemania, 1944. La familia Bienmann ha de abandonar Jedilchen, un pueblo situado en Prusia Oriental, ante la progresión hacia el Oeste del ejército ruso. Konrad, doce años, es el mayor de los hijos. El invierno es un personaje más en la huida. Historia testimonial sencilla cuyo dramatismo se impone sin énfasis alguno. Fährmann escribe con frases cortas y muchos diálogos, desarrolla con agilidad la acción, compensa las escenas de sufrimiento con las pequeñas alegrías cotidianas, y subraya con naturalidad las cualidades de sus protagonistas.

1967. Los archivos secretos de la señora Basil E. Frankweiler, Elaine Lobl Konigsburg [8]. Claudia Kincaid, doce años, y su hermano Jamie, de 9, planean con cuidado, y luego ponen en práctica, una escapada de su casa para pasar unos días escondidos en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Relato atrayente por la forma en que se plantean y entrecruzan las distintas intrigas y por la personalidad tan bien dibujada de los dos hermanos. La resolución es sofisticada pero brillante: dentro de la improbabilidad encaja bien.

1971. Cuando Hitler robó el conejo rosa, Judith Kerr [9]. Cuando Hitler alcanza el poder, la familia de Anna, nueve años, huye de Alemania. Viven en Suiza, Francia e Inglaterra. Al final de su periplo, la simpática y optimista Anna, «a pesar de que sólo tenía once años, se sintió muy vieja y triste». El relato, autobiográfico pero no contado en primera persona, es lineal y se presenta desde la perspectiva de Anna: una chica que va teniendo una conciencia cada vez mayor de las dificultades por las que atraviesan sus padres y ella misma. Los sucesos se narran con simpatía, visión positiva, y entusiasmo por la unión y el calor familiar.

1973. Momo, Michael Ende [10]. Gran ciudad. En las ruinas de un anfiteatro se reúnen Momo y sus amigos. A un tiempo feliz sucede otro en que las amistades se enfrían debido a unos extraños hombres grises. Estos, sin embargo, no consiguen que Momo secunde su modo de pensar y de vivir. Relato inteligente y tenso, que mantiene hasta el final el interés, que combina con acierto lo real y lo fantástico, y que plantea sabiamente cuestiones de calado: saber escuchar, uso del tiempo, trabajo, amistad.

1977. Un puente hasta Terabithia, Katherine Paterson [11]. Jess Aarons, once años, quiere ser el corredor más rápido de su clase pero, en una competición el primer día de clase, una chica nueva, Leslie Burke, le vence a él y a todos los chicos. Jess se hace amigo de Leslie y ella, Inspirándose en las Crónicas de Narnia, le propone que construyan un lugar secreto, en el interior del bosque, un país mágico como Narnia. Novela escrita con cuidado y que requiere un lector atento. En ella se plantean bien cuestiones de fondo como la muerte de alguien muy querido y la forma de lidiar con el dolor.

1977–1982. LOS MUNDOS DE CHRESTOMANCI, Diana Wynne Jones [12]. Los cuatro primeros libros, los editados en castellano, de una serie de siete. Todos tienen en común la figura de Chrestomanci, nombre que no se refiere a una misma persona sino al puesto, un funcionario del gobierno británico que controla el uso de la magia en el país, personaje central en las dos primeras novelas y secundario pero decisivo en las otras. Todos tienen también una base común que va siendo aclarada según se desarrollan las novelas: existen doce Mundos Relacionados y todos, excepto el Once, son a su vez una Serie o grupo de mundos; todos ellos fueron uno al principio pero de él fueron naciendo mundos paralelos en momentos históricos cruciales. Los argumentos son complejos pero se desarrollan con claridad y, a la vez, presentan con naturalidad convincente la fusión de lo cotidiano y lo mágico. Además, al presentar los conflictos de los héroes en unos ambientes fantásticos, llevan al lector a reflexiones más profundas: los protagonistas acaban descubriendo dentro de sí mismos cualidades que no creían tener y van recibiendo lecciones sobre la forma de usarlas apropiadamente.

1978. La gran Gilly Hopkins, Katherine Paterson [11]. Galadriel Hopkins, Gilly, es una chica de once años, abandonada por su madre tiempo atrás e incapaz de adaptarse a los hogares de adopción. Le asignan una nueva tutora, la señora Trotter que, a la vez que a ella, cuida de un niño miedoso, más pequeño que Gilly. Además, Gilly empieza a ir a clase y a maquinar cómo volver con su madre. Novela divertida en su forma y trágica en su fondo. Se muestra, entrando en el interior de Gilly, su necesidad de cariño y la coraza detrás de la que se refugia debido a que «no quería apegarse a algo que podía esfumarse en cualquier momento».

1981. Una isla entre las ruinas, Uri Orlev [13]. Segunda Guerra Mundial, gueto judío de Varsovia. Alex tiene once años. Su madre desaparece. Su padre es «seleccionado» por los alemanes para ir a un destino desconocido. Según los planes que habían preparado si eso sucedía, Alex le espera dentro de una casa cercana, ahora en ruinas. Recreación singular de Robinson Crusoe. Narración ágil y tensa. Orlev imprime un sello vitalista a sucesos tan trágicos y sabe introducir al lector en la mente de Alex, un chico reflexivo que va formando su propio criterio al procurar asimilar los mensajes contradictorios que recibe.

1986. Los ojos del ciego, Alison Morgan [14]. Antiguo Israel. Benjamín, nieto del profeta Isaías, se hace amigo de un joven soldado asirio que ha quedado ciego en un combate. Ya en Jerusalén, Benjamín será el intermediario entre su abuelo y el rey Ezequías. Está cuidada la reconstrucción ambiental, tanto de las escenas bélicas del comienzo, como de la vida en el interior de Jerusalén más tarde. Tienen fuerza los personajes, sobre todo la figura imponente de un Isaías anciano, siempre fiel a su misión. Están bien combinados el desarrollo de los acontecimientos externos con el dilema interior de Benjamín sobre su destino.

1990. El caballo de agua, Dick King-Smith [15]. El autor es un gran narrador y un maestro de las historias sobre animales que, incluso cuando tienen toques de fantasía, sabe hacerlas creíbles. Década de 1930, en Gales. Kirstie y Angus encuentran un extraño huevo en la playa: lo llevan a casa y nace un «kelpie» o caballo de agua, al que llaman Crusoe. Como crece muy rápido deben, primero, buscar la forma de que los extraños no lo vean y, más tarde, encontrarle una vivienda definitiva… ¿tal vez el lago Ness?

2000. Un cesto lleno de palabras, Juan Farias [16]. El abuelo de Pedro, que trabaja en una imprenta de las de antes, trae a casa un cesto lleno de palabras en el que, cuando Pedro mete sus manos, va descubriendo un mundo en cada una. Relato con escenas y diálogos en las que abundan descripciones y frases poéticas sencillas y felices, que también son óptimas para ser leídas en voz alta.

1997–2007. HARRY POTTER, Joanne K. Rowling [17]. Siete novelas. En la primera historia el protagonista tiene diez años y sabemos que sus padres han fallecido y que sus odiosos tíos le abruman. Luego va creciendo un año en cada novela al ritmo de los sucesivos cursos académicos en la escuela de magia Hogwarts. Esto también quiere decir que las novelas van dejando de ser infantiles y ensombreciéndose un poco. En ellas hay muchas influencias literarias previas, aparte de que la vida cotidiana en Hogwarts se parece a la de muchas novelas colegiales. Los personajes tienen gancho; los episodios están bien trabados y se suceden con rapidez; no falta un plan de estudios y una bibliografía completa sobre magia; continuamente surgen pequeñas incógnitas que tensan más la trama, pero a la vez hay escenas o diálogos humorísticos en momentos oportunos; abundan las descripciones ingeniosas y son muchos los juegos de palabras; en cada libro aparece algún nuevo personaje. En todos los libros, y en especial en el último, hay numerosas situaciones de tensión y escenas de acción con salvaciones en el último momento. Se alternan momentos de lucha interior de Harry en torno a qué debe hacer y qué no, y peleas dialécticas con intercambio de reproches y arrepentimientos posteriores.

2000. Espiando a un amigo, Batya Gur [18]. Shabi, un chico de doce o trece años, quiere descubrir por qué Benyi, un chico de ocho años de su escuela, se comporta de modo extraño. La escritora israelí cuenta las cosas de un modo lento y pormenorizado, algo apropiado para ir desvelando poco a poco los entresijos del caso y para ir mostrando el mundo interior de sus personajes. Ese estilo calmoso y discursivo en boca de un narrador de doce años podría no funcionar bien pero lo cierto es que la historia interesa porque los personajes y las relaciones entre ellos están bien dibujadas.

2002. Adara, Beatrice Gormley [19]. Mediados del siglo IX antes de Jesucristo, antiguo Israel. Adara es una joven a la que capturan los ejércitos del general sirio Naamán y termina siendo una criada de su mujer. Cuando Naamán contrae la lepra, es ella quien le dice que hay un profeta en Israel que puede curarle. Relato básicamente fiel a un episodio del libro segundo de los Reyes de la Biblia. La narración está contada en primera persona por Adara, una chica curiosa, con inquietudes y el deseo de aprender a leer y a escribir. El lector se hace cargo de sus esperanzas y decepciones, y se alegra de que consiga por fin su sueño.